Vivimos en un tiempo donde se defiende a la delincuencia

Cárceles repletas, política de exclusión y defender a la delincuencia para seguir con un negocio millonario.

EDITORIAL.
Cuantas veces vemos marchas por reclamos de justicia en tv y demás. Pensemos el extremo y las sensaciones que generan en los espectadores.

He aquí que la delincuencia es, lamentablemente, una moneda corriente en la sociedad actual. Crece la pobreza y por ende crece la delincuencia, es algo de manual. 

En Argentina, las tasas de delincuencia va en aumento, a la par de la de la pobreza. Las cárceles están repletas y calabozos están saturados. La mierda nos ha llegado al cuello.

Pero no solo es delincuente el que te roba la moto, también lo es el que está detrás de un escritorio robando con un click, el político deshonesto, el que está años viviendo en la teta del Estado. Ese también es delincuente, o el policía que está metido con coimas etc. La delincuencia y corrupción están atravesando todo ámbito.

El portal Cuarto Poder especificó que la situación es alarmante, en sólo tres años, de 2015 a 2017, la población carcelaria federal en el país creció un 23 por ciento. Actualmente, y pese a la reciente declaración de la emergencia penitenciaria en marzo de 2019 por parte del Ministerio de Justicia y Derechos Humanos de la Nación, no existen estrategias ni políticas públicas específicas dirigidas a detener o revertir este aumento constante.

Imagínense los millones que mueven estos organismos, cuanto nos sale. Es un negocio redondo por donde se lo mire. Y la delincuencia ingresa a la esfera judicial. Esto está así porque conviene, porque a alguien o a un sector le conviene. Sin la mano de obra desechable y barata (los delincuentes de bajo nivel) no existen los de los ámbitos más altos. Pensemos en alguien que quiere distribuir droga en un barrio, no a bajar en una camioneta 4X4 en las que suelen andar a venderle a la vagancia, sino que empleará a alguien que esté dispuesto a pelear por él y por su territorio.

Esto es una cadena. Y después, para colmo, tenemos a los familiares o víctimas del dolor, los cuales defienden al delincuente a capa y a espada, no importa si es que estuvo por matar a alguien, siempre habrá otra versión.

Recordemos el caso del médico paraguayo que se defendió de un ladrón y en emoción violenta defendió su vida, pero acabó con la vida del delincuente. Y luego quisieron meterlo preso, hasta los medios importantes del país le dieron cámara a la familia del ladrón.

Estamos viviendo en una época donde se defiende a la delincuencia, la gente de bien vive encerrada, con el temor de que sus familiares lleguen bien a sus casas, por no poder pasar por una esquina a determinada hora, donde las leyes, jueces y fiscales garantistas liberan a delincuentes y los mismos pasan por puertas giratorias.

Esto se debe cambiar desde la política, no podemos estar codo a codo con la delincuencia, es tiempo de que las leyes se adapten a estos nuevos tiempos, y donde se las aplique como corresponde. Pero todo necesita una base, porque si no hay educación no hay mañana, no hay futuro.

Comentarios