ENTREVISTA| “Lali”, la bicicletera de Alejandro Korn

Hace casi 10 años que está al frente del negocio que dejó su marido. Una de las vecinas más queridas del barrio santa Ana.

Lali junto a su hijo y a su nieto
Liliana María Sullings tiene 56 años y es una vecina del barrio Santa Ana y desde que falleció su marido se encuentra atendiendo su bicicletería ubicada en la calle Ceballos 427.

Quizás para muchos ver a una mujer armando y desarmando y reparando bicicletas es sorprendente porque barre con todo tipo de tabúes en la sociedad. Pero Lali lo toma con total naturalidad. “Yo tomé la posta, hace alrededor de 9 años atrás, aprendí a hacer cosas de verlo. Primero empecé emparchando y hasta centrar las ruedas”, dijo a Noticias.

Junto a “cacho”, su marido, habían arrancado hace 25 años atrás con esta bicicletería luego de que el hombre pasara por otras de Korn. “Arrancamos con una cajita con algunas cosas como parches y cámaras que nos habían dado de otra bicicletería donde trabajaba mi esposo”, explicó.

Luego de que falleciera su compañero, ella tomó fuerzas y siguió para adelante. Había aprendido algunas cosas y hoy por hoy es toda una experta. “Yo le digo a las mujeres que se animen a hacer cosas, yo hago arreglos de albañilería y otras cosas más”, resaltó, porque con toda su fuerza de voluntad salió para adelante junto a sus 5 hijos y sus nietos. Benja, uno de ellos de 12 años, no se separa un segundo de su abuela y va aprendiendo el oficio.

Con las manos engrasadas por su trabajo, tomando mates, en remera más allá de las bajas temperaturas y entre una gran cantidad de bicicletas, lali dijo que está muy agradecida al barrio, porque la quieren mucho y además es la guardiana de la cuadra, ya que vigila mirando todo lo que sucede. Sara, una clienta de hace tiempo, explicó que "es una genia, muy amable siempre. Inclusive cuando quizás uno no llega a poder pagar un arreglo, te facilita las cosas. Es a la única a la que le confío mi bici", relató.

Gastón, uno de sus hijos, dijo a Noticias que “ella es una grosa, en todo sentido, es admirable. Uno se siente orgulloso y esta bicicletería es su vida”, aclaró.

Una vida de trabajo, una familia que demuestra que la cultura laboral no está muerta y que con fuerza de voluntad se rompen los tabúes y se sale para adelante.

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