(ENTREVISTA) Ángel Núñez, el placero de Korn

Un mano a mano con quien supo dedicar 40 años de su vida al cuidado de la plaza Hipólito Yrigoyen. Recordado y querido por muchos en la comunidad.

Ángel Basilio Núñez (79) nació un 30 de noviembre de 1939 en Las Flores, Buenos Aires. Con el tiempo, la vida lo depositó a él y a su familia en Alejandro Korn, donde se convertiría en el placero del pueblo, el encargado de cuidar el espacio público y los juegos y y así es recordado hasta estos días.

Llegué a la casa de Núñez y me atendió su esposa Olga, con una amabilidad y una dulzura típica de la gente de antaño. Mientras Ángel me dio un apretón de manos, nos acomodamos para que me contara un poco de su historia.
  
“Llegué acá por cosas de la vida, yo me dedicaba a metalúrgica y me trasladaban a varios lados”, arrancó diciendo el jubilado. En el año 1962 ya lo habían apartado de la empresa e indemnizado, y en 1965 vino a saludar a unos parientes a Empalme San Vicente (actual Korn) y le preguntaron por qué no probaba suerte y se quedaba en el pueblo. “Me iba a la Capital con una pala y un balde de albañil. Un día me fui a Guernica y fui a la casa del intendente Alonso y le dije que tenía una emergencia, que necesitaba trabajo. Él me dijo que vaya al otro día a llevar los papeles a la municipalidad y el 4 de junio de 1968 entré a trabajar al municipio”, recordó con gran precisión.

Entre lágrimas, entre nostalgias de las cosas que han pasado, como suele decir un famoso tango, Núñez me dijo que siempre se dedicó a tareas como zanjeos, mantenimiento y recolección de basura. Pero en el año que se demolió la quinta de Granata (lugar donde está la actual plaza central de la ciudad), nuestro amigo había arrancado con sus labores allí.

En ese entonces era otro pueblo, era otra la gente, era otro el contexto. “Nos conocíamos todos, era otra cosa. Ha cambiado mucho la gente. Veo robos y cosas de la droga que no son buenas”, deslizó. Ángel no pudo evitar contener las lágrimas al recordar aquellos tiempos y esos vecinos de aquel entonces. Apellidos como Comolli; Saposnik; Delledonne; Del Ré; Sakugawa, vinieron a su memoria.

Pasaron los años, y “en 1992, siendo Oscar Rodríguez el intendente, me dieron efectividad para la plaza. Desde antes yo atendía la plaza, la pintaba, cantaba y ponía plantas. Hice la plaza central, ayudé en la plaza Santa Ana y trabajé también en el Padre Mugica. Además, añadió que “cuando asumió Brígida, habían traído gente que se hacía cargo de las plazas y los paseos, y yo fui enviado para barrer las calles. Pasó el tiempo y la empresa del cuidado de las plazas se fue y después de un año volví a mi lugar.”, recordó el entrevistado con los ojos vidriosos.

En la reinauguración de la plaza que hizo Di Sabatino, por el 2008, llamaron a Núñez para homenajearlo. Después de aquel día, pasó muy pocas veces por allí. “No paso, pero no por estar en contra de los que están en reemplazo de uno. Es otro sistema, me genera un rechazo. Antes uno al trabajo lo hacía solo y ahora hay cuadrillas, son cosas que no entiendo. Me da bronca y asco cuando veo gente que daña la plaza”, aclaró.

El matrimonio no pudo evitar dar su opinión de la realidad del pueblo, y que han visto cambiar las cosas y que en muchos aspectos fue para mal, además de que notan una especie de abandono a Korn por parte de los políticos. “Llegó el tren eléctrico, que fue un adelanto, pero también trajo problemas. Esperamos que mejore Korn”, dijo Olga. “Que haya trabajo y que también quieran trabajar. Yo lo hacía solo. Mi satisfacción es cuando la gente me recuerda”, aclaró Núñez.

Para finalizar, cuando les pregunté que significaba Korn en su vida, ambos jubilados coincidieron que “es nuestra vida”, hasta lo dijeron al mismo tiempo. Es el lugar donde han visto pasar generaciones y que eligieron para vivir.

La vida pasa, el tiempo nos hace anhelar lo anterior. “Todo tiempo pasado es mejor”, dicen muchos. Es que la realidad actual está complicada. El “pueblo” ha cambiado mucho, y escuchando a los mayores uno puede transportarse a ese Korn de pocos habitantes y con una tranquilidad envidiable para muchos y con la hermosura de un pueblito. Ojalá algún día se pueda recuperar poco a poco entre todos estas cualidades, más allá del crecimiento poblacional.  


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