El autismo en mujeres: el diagnóstico llega cuando tiene que llega

En esta entrega nuestra amiga Mirna Longobucco nos trae el testimonio de Romina Zejdlik, quien fue diagnosticada siendo adulta, un caso muy particular.



¡Hola gente querida!, espero que estén muy bien, en esta oportunidad tendremos el testimonio de Romina Zejdlik, quien le diagnosticaron autismo de adulta, es además en la provincia de Córdoba, Presidenta de Fundación Inclusión Plena, deseo que disfruten de la lectura y que aprendamos más sobre esta temática.

Los expertos dicen que dentro del Asperger femenino, hay dos perfiles pero podría haber muchos más. La niña, adolescente o mujer "osada" y  la "complaciente". Creo que siempre encajé más en la segunda aunque frente a las injusticias, me transformo en rebelde con causa.

“De chica era bastante tímida y reservada. Tenía pocas amigas y me apegaba demasiado a una sola de ellas manteniendo inclusive una relación absorbente. Algo que me costaba mucho, en los juegos grupales, era aceptar cuando yo perdía. Me enojaba tanto que dejaba de participar. De grande y después del diagnóstico, comprendí que esa reacción tenía que ver con el nivel de perfeccionismo conmigo misma. Era buena estudiante, excesivamente responsable y cumplidora. 

Mis mayores dificultades aparecieron en la adolescencia cuando comencé a tener desórdenes alimenticios y grandes niveles de ansiedad. Hacía dietas muy estrictas y nunca estaba conforme con mi imagen corporal. Hice terapias durante tres años seguidos y el diagnóstico que me dieron, en ese momento, era trastorno de la alimentación y de ansiedad.

En la universidad, me la pasaba estudiando. La primera vez que me aplazaron fue en tercer año y yo me puse tan mal que quería dejar la carrera. No me permitía ese fracaso. Gracias a Dios, mi mamá me empujó a no abandonar. 

De más grande la fui llevando, como pude. Lo que más me ha costado siempre, al igual que a todo Aspie, es poder regular las emociones las cuales pueden detonar por cuestiones externas o internas. Él no poder identificarlas, mucho menos manejarlas. 

Eso, sumado a las estructuras, la rigidez, la autoexigencia, las obsesiones, la hiperactividad, etc, hace que muchas veces, el día a día, se torne difícil de sobrellevar. Me resulta más fácil ver mis limitaciones que mis fortalezas, aunque, poco a poco, esté aprendiendo a valorarlas. 

Si hay algo para agradecer es que a raíz del autismo de mi hijo, supe del propio y así cerraron tantas cosas como puertas se abrieron. Sobre todo, agradezco a Dios por Su  sostén cotidiano, sin el cual, simplemente, no podría estar en pie. 

Si me preguntan `¿te hubiese sumado ser diagnosticada de niña?´, la respuesta es: NO. Si hoy hay desconocimiento y aún falta mucho por recorrer, ni hablar hace 40 años atrás cuando cargar con una etiqueta o rótulo (para la sociedad) habría sido muy traumático. El diagnóstico llegó en el momento preciso, cuando tenía que llegar, para empezar a mirarme, para  ayudar a aceptarme y para aliviar una gran parte de mi vida".

Nos veremos en un próximo encuentro, no se olviden que nuestra vía de comunicación es  nuestro mail, discapacidadnesv@gmail.com

¡¡¡Hasta la próxima!!!!

Mirna Longobucco

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